El otro día, escuchaba a una mamá de tres niñas, una de dos años y dos gemelas de tan solo unos meses, decir con preocupación y culpa: “Dentro de unos días es mi cumpleaños y siento que no me hace ilusión. En realidad, siento que desde que he sido madre, me he puesto a mí misma en un segundo lugar.”
En la maternidad y la paternidad, puede ser natural sentir en algún momento que nos abandonamos, que nos relegamos a un segundo plano o que nuestro rol de mamá o papá adquiere un gran protagonismo en nuestra vida. Pero, ¿es esto negativo de por sí? La respuesta es, como siempre, depende.
Cuando nace un bebé, también nace una madre y un padre. Son palabras que uso mucho y a menudo, pero me parecen poderosas. Nace una madre, nace un padre. Esto significa que nosotros también tenemos que reconocernos en ese nuevo rol. Debemos darnos tiempo, desde la amabilidad. Además, tenemos que conocer a nuestro bebé. Es absolutamente normal que los primeros meses, el primer año o incluso los primeros años, estos roles cobren un papel prioritario en nuestras vidas.
Son ciclos, son etapas y, si los respetamos naturalmente, igual que empiezan, se transforman, dando paso y lugar a reencontrarnos con nosotros y nosotras mismas, a encajar y reorganizar nuestras prioridades, y a reencontrarnos con nuestras parejas.
Durante la adolescencia, hay una necesidad vital de separarnos de nuestros padres, de buscar nuestra identidad y de alejarnos. Y esto no significa que después no volvamos. Al contrario, significa que nos alejamos para volver de otra manera, con una identidad más definida y un sentido de autonomía más claro. La separación es un proceso necesario para crecer y evolucionar.
En la maternidad y en la paternidad ocurre algo similar. No te dejas en un segundo plano. Das prioridad al conocerte en tu nuevo rol y a conocer a tu bebé, para luego volver a reencontrarte contigo mismo/a desde todo lo que eres ahora. Este proceso te permite crear e integrar tu nueva identidad como padre o madre con todas las demás facetas de tu vida
Es crucial ser amables con nosotros mismas/os durante esta transición. La maternidad y la paternidad requieren tiempo y paciencia. Al igual que un adolescente necesita tiempo para definir su identidad, los nuevos padres, madres necesitan tiempo para adaptarse a sus roles y para conocer a sus hijas/os. Es un proceso natural que debe ser respetado.
Con el tiempo, estas prioridades iniciales se transforman. Poco a poco, te reencontrarás contigo mismo/a, reorganizarás tus prioridades y te reencontrarás con tu pareja. Este proceso de transformación es continuo y dinámico. No es que te hayas perdido, sino que estás integrando nuevas experiencias y roles en tu vida.
La maternidad y la paternidad son etapas de transformación profunda. Requieren que nos reconozcamos en nuestros nuevos roles y que demos prioridad a conocer y cuidar a nuestros hijos/as. Sin embargo, es un proceso natural que, con el tiempo, nos permitirá reencontrarnos con nosotras/os mismos/as y reorganizar nuestras prioridades. No te abandones a ti mismo/a, sino date la oportunidad de crecer y evolucionar en este viaje.