“Mi hogar es mi lugar de retiro y descanso de las guerras. Intento mantener este rincón como un refugio contra la tempestad exterior, mientras hago otro rincón en mi alma.”
Michel de Montaigne
El hogar debería ser nuestro refugio, un lugar de calma y seguridad familiar. Sin embargo, en muchos casos, se ha transformado en una especie de prisión, donde nos sentimos agobiados y sobrepasados al no poder encontrar un equilibrio en la esfera familiar y personal. Nuestros hijos se aburren, nosotros nos sentimos obligados a entretenerlos constantemente y acabamos sin disfrutar de la paz en nuestro propio hogar.
Vivimos en un mundo tan acelerado que parece que si paras, te quedas atrás. Existe un miedo social a la pausa, a escucharnos y conocernos a nosotros mismos. Este temor se extiende a la crianza de los hijos, donde se cree que si no se les estimula constantemente, no se desarrollarán adecuadamente. Sin embargo, es fundamental recordar que tanto los adultos como los niños necesitan tiempo para reconectarse, conocerse y simplemente vivir.
Hemos perdido la capacidad de dedicarnos tiempo sin un objetivo o meta específica. Este tiempo es crucial para nuestro bienestar emocional y mental. Los niños, en particular, necesitan tiempo para descubrirse a sí mismos y el mundo que los rodea, con el apoyo y la guía del adulto, pero respetando sus propios ritmos y pausas. Es imprescindible que construyamos nuestro hogar como un lugar de pausa, recarga y seguridad. Esto no solo beneficia a los niños, sino también a los adultos, quienes necesitan espacios en su día a día que no estén llenos de actividades y obligaciones.
Es importante reconocer y enseñar a nuestros hijos a estar en diferentes lugares desde diferentes miradas. Estar en casa puede y debe ser un entorno que invite al juego en familia y a compartir, pero también donde cada miembro se sienta cómodo teniendo su espacio personal. Es crucial permitir que los niños tengan espacio para crear sus propios juegos, leer cuentos y aburrirse. A menudo tenemos miedo al aburrimiento de los peques, pero es precisamente durante el aburrimiento cuando los niños tienen la oportunidad de crear por sí mismos.
Compartir espacio con nuestros hijos es vital, pero también es importante dejar que ellos busquen su propio entretenimiento. Los padres necesitan un lugar de descanso en casa, y eso hay que favorecerlo y crearlo. Tenemos que enseñarles a nuestros hijos a respetar estos espacios de descanso. No podemos pedirles algo que no les hemos ofrecido o enseñado. Es tarea de los adultos crear un hogar que sea un refugio, delimitando los tiempos para cada cosa y sabiendo pedirlos de manera respetuosa.
En conclusión, en un mundo donde la productividad y la estimulación constante son la norma, es vital redescubrir el valor de la pausa y el tiempo sin objetivos. Solo así podremos construir hogares que sean verdaderos refugios de calma y seguridad para nosotros y nuestras familias. Establecer límites claros, fomentar la comunicación abierta, priorizar el tiempo de calidad, fomentar la autonomía y el tiempo personal, equilibrar actividades y descanso, modelar el comportamiento y adaptarse con flexibilidad son pasos esenciales para lograrlo.
Implementar estas estrategias puede ayudar a crear un entorno familiar más equilibrado y armonioso, donde todos los miembros se sientan apoyados y conectados. En definitiva, redescubrir el valor de la pausa y el tiempo sin objetivos es clave para construir hogares que sean verdaderos refugios de calma y seguridad para nosotros y nuestras familias